viernes, 27 de marzo de 2009

Las flores son para otoño


Prometías olvidarlo a cambio de un cielo. Y claro, yo dije que no. Los chantajes nunca me gustaron y lo peor (o mejor) era que tú eso lo sabías muy bien. Porque no me gustaba pedir algo, pero en cambio amaba darlo.
Dijiste cosas no-muy-habituales y por eso me gustabas, porque ibas al revés del mundo. Los dos íbamos al revés del mundo y eso nos hacía felices. No había nada mejor que salir con bufanda en verano o ir a patinar por el centro de la ciudad cuando llovía, pero eso ya es algo que ni tan siquiera recordamos.

Esta era solo otra discusión, pero yo tenía la sensación de que era la peor. La peor porque no intercambiábamos palabras, porque no me mirabas a la cara (aunque yo tampoco, la verdad y eso hacía que fuera un día verde, de los que odio). Tú me dijiste que todas-íbamos-a-ser-reinas y yo nunca entendí tu manera de usar el plural para hablar sobre el amor. Ahora si –y tampoco era tan difícil-. No podía creer que hubieras recobrado otras sonrisas, cuando tú siempre me decías que yo era tu sonrisa favorita. Y yo me lo creí, al menos por un tiempo.

Está lloviendo y yo sigo aquí, maldiciéndote. Maldiciéndote por haber roto mi inocente corazón, aquel que te amó y pudo hacerte llorar pero no quiso porque te adoraba. Aquel que te hubiera esperado durante horas en alguna carretera sin teléfonos de emergencia. Aquel que te hubiera pedido la hora en cualquier tienda de relojes. Aquel que se rompió en cuando la Luna salió de día. Aquel que te amó tanto como todas las chicas de vestidos rojos y cortos que andan por la ciudad buscando a alguien a quien amar.

Y tú pensarás que ni me acuerdo de ti, pero vas en dirección contraria. Que levanten la mano los que tengan planeado irse con bicicleta a algún lugar lejos de aquí, que me voy con ellos. Eres tan azul como yo. Me gustas cuando te respiro. Me gustas cuando me abrazas. Me gustaría poder mirarte y pensar en que-fuimos-los-más-felices-del-universo. Eres un tiburón. Das miedo.

Sigo mirándote y veo que de aquella manera tú tienes todos los nombres del mundo. Eres el idiota que descubrió que le estaba mirando cuando levantó la vista. Eres el idealista que luchó por todo lo perdido. Eres el amante perfecto para las tardes de lluvia y el café de las 3. Eres el cabezota que no discutió cuando le mordí las ideas y eres el gilipollas que necesitó más de lo que tenía y no le importó matar a un ángel.
Yo también puedo desaparecer de tu vida sin dejar rastro.

2 comentarios:

  1. Hi jud!!
    desde q descubrí tu blog me he enviciado de este..
    tengo q confesar q tienes el mismo nombre de la q me rompió el corazón, de la q a patear x un amor me obligó, a la q debo cientos de tardes perfectas y sonrisas verdaderas..
    y hoy con tu escrito no pude evitar sonreir y sentirme triste a la vez..
    pero gracias, es bueno poder contar con alguien q escribe tan sinceramente :)

    ResponderEliminar
  2. entra en mi blog para que pueda guardarme la dirección del tuyo, ya que no encuentro el boton de seguir!

    Gracias!

    ResponderEliminar