viernes, 25 de noviembre de 2011

a veces yo, sabiendo que siempre tú

Determinar los suspiros que se mezclan con el aire, lloras y eres bello.
Y a veces temblamos.
Me podría pasar la vida abrazándote tan fuerte como la última vez.
A veces también dudas, y los relojes te miran, y las aceras te sujetan y el cielo te salva de todos menos de mi.
Interactuamos a velocidad reducida.
Qué más puedo decir, si todavía sigo siendo igual de inocente.
Las persianas siguen bajando y todos siguen moviéndose, y ya nadie se para para sonreír.
Me hubiera gustado que cerraras los ojos para chocar mis dientes con tu cuello.
Y mis miedos con tus heridas.
Y tus fríos con mis manos también.
Incluso preguntarme si podríamos escaparnos a ver el mar, cogidos no de las manos sino de los latidos.
Yo solo puedo decirte que quiero t o d o contigo, y que el invierno nos espera con los brazos abiertos.
Ven. Nunca dejes de buscarme.



sábado, 22 de octubre de 2011

hubiera sido capaz

lo hubiera hecho mil veces y estoy segura de que aún así habría seguido encontrando la manera de llegar a ti, porque ya sabes lo que dicen: los pájaros están destinados a encontrarse. porque lo pienso y no había otro modo de que sucediera. que quizás estábamos destinados mucho antes de ahora y hemos tenido que esperar diechiocho años a descubrirlo. y que las maneras, qué decir de las maneras por las que hemos tenido que trepar para ir construyendo este círculo que se ha ido llenando de cosas que muy posiblemente no olvide nunca. y de todo lo que hemos dejado atrás -quizás sin darnos cuenta- pero sabiendo todo lo que nos queda por delante.




sábado, 1 de octubre de 2011

no había otra manera de que sucediera y soy consciente, apareciste y me robaste hasta el aire.


viernes, 23 de septiembre de 2011

Hoy te lo digo (hueles a otoño)

Tal vez porque pensé que a partir de aquel momento todo había cambiado y porque tuve una razón, porque lo comprendí en el momento en que te vi y me puse a sonreír como una idiota en el asiento trasero de ese coche. Porque supe justo en ese instante, antes de acabar de sonreír, que ya no había marcha atrás; que te habías colado hasta en mi respiración y que poco a poco ibas formando cada vez más centímetros de mis huesos, que juraría que ya tienen tu nombre grabado a fuego. Que no hay que ser muy lista para saber que esto tiene tus huellas, que no-sé-exactamente-qué-me-has-hecho que me ha dejado así, flotando, creyendo en cosas en las que no había creído antes. Porque es curioso, y tal vez estúpido, estúpidamente mágico -yo creo- pero nunca, nunca, he creído en nadie como estoy creyendo en ti ahora. Nunca he saltado tanto al llegar a casa después de estar contigo, y me he tenido que aguantar la sonrisa al subir las escaleras para que no me lo crea hasta yo, para que no me crea que me has ganado, que me ganaste el primer día aunque nunca te lo haya dicho. Y después de todo, ¿cuántos minutos he pasado a tu lado? ¿y por qué me duele tanto no haberte visto en tantos días? ¿y por qué me muero de ganas de abrazarte así como nos abrazamos, cuando yo te digo que eres demasiado alto y me tengo que subir a la acera para quedar a tu misma altura? Que no sé por qué (en realidad sí) las noches son más bonitas si me doy a dormir pensando en ti...

viernes, 26 de agosto de 2011

creo que nunca te lo he dicho

que soy muy niña
y que me hace ilusión la gente que escribe cartas a mano
los viajes en tren
que me dan miedo los aviones
y que de pequeña me caí por unas escaleras
que siempre he envidiado a los pájaros
y que la gente que es capaz de entenderme me fascina
y que una vez esperé por alguien
que quiero que mi casa tenga un tejado para ver amanecer
nunca he creído demasiado en los silencios
y que mi día más triste fue en 2009

que me da miedo mirar a la gente a los ojos
y que se me da fatal decir que no
y que nunca, nunca, nunca, he jugado al yo nunca nunca
una vez creí que en el cielo había túneles
y pensé que cuando alguien moría lo llevaban en helicóptero hasta las nubes
detalles estúpidamente tontos
pero que me hacen ser quien soy
que tengo miles
de momentos
de sonrisas
de abrazos
y de personas grabadas a fuego en mi espalda

¿tú también crees que la gente que sueña con volar no necesita los aviones?



miércoles, 20 de julio de 2011

No sé cómo lo haces, pero me callas.



¿No te he dicho nunca que se me corta la respiración cuando sonríes así?

A
veces me sorprende saber que vas por el mundo sin darte cuenta de lo mucho que te envidio. Porque apareces, con las manos en los bolsillos y mirando a los lados. Nos hacemos los tontos como haciendo ver que no nos esperamos cuando sabemos que estamos ahí el uno por el otro. No sé qué tendrás que nunca dejas de fascinarme. Que eres encantador, ¿no te lo había dicho antes? Sobretodo cuando me dejas ver tu lado más extraño, más escondido, más frágil. Y por eso, porque eres raro. Porque no te pareces en nada al resto del mundo, y eso me encanta. Porque no te lo he dicho nunca, pero no hablo porque me gusta escuchar tu voz, y me importa lo que me cuentas. Me da igual si son tonterías, yo las escucho y sonrío por dentro diciéndome la suerte que tengo por poder estar a tu lado en ese instante, viviendo esos segundos que se van sumando y van escribiendo la historia de dos caminos que se juntaron por casualidad o destino el veinte de marzo (incluso antes). Y cada vez esto va a más. Lo sé, lo estoy notando, y no lo puedo evitar. Por eso sigue siendo como ahora, aguántame y espérame. No sabes lo que has hecho por mi, valiente. No tienes ni idea de cómo me pongo nerviosa solo con oír tu nombre.

sábado, 30 de abril de 2011

¿Tú crees que hay algo mejor que sentirse infinito?

Bajé la mirada y me puse a pensar. Nunca creí que alguien llegaría a hacerme esa pregunta. Y entonces... apareciste. Como por arte de magia. Estabas escondido. Y juro que nunca antes había sentido a mi corazón latir tan fuerte. Cerré los ojos y por un momento tuve miedo, porque por primera vez sabía que

- Claro que hay algo mejor que sentirme infinita... hacerte sentir infinito a ti.


jueves, 7 de abril de 2011

Me dijo que debía empezar a cumplir mis sueños y después se fue. Y a veces todavía le espero.



Sobretodo porque una vez me dijo que no importaba lo lejos que estuviéramos, porque siempre estaríamos debajo del mismo cielo. Me lo creí, por lo menos durante un tiempo. Y después las cosas se complicaron, porque yo veía que iba cumpliendo mis sueños pero que él no estaba a mi lado, y eso significaba que una parte de mi se había ido con el que meses atrás había sido mi sonrisa favorita. Y por eso a veces tenía miedo de mirar a los ojos de la gente, porque temía encontrar esos ojos de gato en la cara de alguien más, y el problema sería entonces, porque no sería él a quien estaría mirando. Porque me aterraba la idea de imaginar que hubiera alguien más que, después de todo, pudiera volver a hacerme sonreír con la misma intensidad (o más) sin ni siquiera quererlo. Y por eso cuando andaba por la calle procuraba evitar cualquier contacto visual y me centraba en el suelo. Cuando iba por la calle me encantaba mirar al suelo porque ya nadie lo hace, y a veces te encuentras cosas que ni esperas. Y un día, después de muchos meses, levanté la mirada y encontré unos ojos de gatos idénticos. No eran los suyos ni mucho menos: eran mejores. Estaban llenos de ilusión, y aunque apenas pude aguantar la mirada supe que el destino, o las casualidades, los habían puesto ahí. Y por una vez me dije a mi misma que cuando el universo conspira para que consigas algo, debes aprovecharlo. Y verle sonreír es encantador.

(horas y horas y no me canso de ti)


miércoles, 9 de marzo de 2011

Con lo fácil que podría haber sido, y lo difícil que fue.

A menudo se recordaba a si misma que a veces el tiempo volaba (se escapaba de sus manos) y que no podía dejar que las cosas siguieran sucediendo igual. Se lo había dicho muchas noches antes, cuando hacía demasiado frío y cuando estaba demasiado sola, y por eso nunca se había atrevido del todo. Por un momento se acordó de algo que había leído unos meses atrás, algo que decía que las cosas que están destinadas a pasar pasarán, pero que a veces han de tener un empujón. Sinceramente ella nunca creyó mucho en esas cosas, porque sabía que las cosas pasaban y ya está, tanto si intervenías como si no. Aunque a primera vista podría ser una cosa contradictoria, al final postulaba en un mismo sentido. No encontraba la manera de explicarlo hasta que buscó un caso práctico: te encuentras con una persona a la que no conoces. Una persona con la que nunca has hablado, con la que nunca has mantenido una conversación, pero aun así piensas que podéis tener cosas en común, y que, quién sabe, podríais llegar a ser amigos. Le había pasado a veces, en el tren, en la calle, en una tienda... pero nunca tan fuerte como ahora. Un paso detrás de otro y todo se había ido construyendo.



Es por eso que por fin lo vio claro. Hay cosas que suceden porque tú las haces suceder. Hay cosas que necesitan que las empujes. Hay cosas que nunca pasarán si no te atreves. Y como ella siempre había sido tan y tan cobarde, se prometió que ésta vez dejaría de serlo, porque si es verdad que el tiempo se escapaba de sus manos, debía buscar alguien que se las juntara para que no se escapara más.

"si quieres algo en la vida, ve a por ello". Por una vez lo tenía claro.

(tú).

miércoles, 2 de febrero de 2011

Te lo advierto; mírame una vez más así y me convierto en escalofrío.

(Entonces tengo tu espalda encima y me haces cosquillas)



- Siete mil latidos más tarde comprendí que si hubiera podido estar contigo, lo hubiera estado sin dudarlo.

Después de pronunciar esas palabras se quedó callado como esperando que yo entendiera lo que quería decir. Y, para ser sinceros, a día de hoy todavía no tengo ni idea. Cuando pienso en él, a menudo las palabras juegan en mi mente y después nada; me quedo en blanco. No sé qué decir, ni cómo actuar. De hecho, si me encontrara con él, no sabría cómo mirarle a los ojos. Porque si por un momento todo hubiera salido bien, estoy segura de que las cosas hoy serían distantas. Ni haría tanto frío, ni tendría tanto miedo, ni estaría tan perdida.

Ni siquiera quiero pensar en todo lo que sentí unos meses atrás, porque eso significaría que unos meses atrás había la posibilidad de que hubiera pasado algo. Y, sinceramente, dejar pasar esa oportunidad fue una de las peores cosas que hice.

Soy magia cuando estoy con él. Soy sonrisas. Soy ganas de abrazar. Soy instinto. Soy ganas de besarle. Soy miradas que dan la vida. Soy comienzos que nunca se acaban, y precipicios que hacen que quiera ser valiente solo por él. Hace, y que nadie lo ponga en duda, que me crea capaz de todo. Incluso de gritar en público. Y por eso considero que una persona capaz de hacerme creer eso no es una persona normal. Porque tiene algo que me hace ser débil. Hace que mi corazón lata a mil, que mi llanto nunca sea demasiado fuerte y que mi ángel favorito sea el que tengo delante. Su cuello es tentador y pecado. Pone en duda mi resistencia. Y cuando me sonríe, lo único que quiero hacer es abrazarle fuerte, muy muy muy fuerte, y susurrarle que nunca se vaya de mi vida.

Será que en el fondo le tengo más cariño de lo que pensaba.

miércoles, 12 de enero de 2011

Te he amado cuando cerrabas los ojos y te escondías detrás de ese gorro.

Porque sin darme cuenta las cosas ya han cambiado. He intentado estar atenta, incómoda, pendiente de ti, pero las cosas han cambiado tan deprisa que yo ni siquiera me doy cuenta. Me he preguntado a mi misma si era por ti, si era por enero, si era porque sin embargo las cosas se torcieron y no nos dimos cuenta. Y no he llegado a ninguna conclusión, porque saber precedirte es algo que nunca aprenderé a hacer.

Porque he intentado leer entre líneas y no lo he conseguido.
Porque he sonreído de mentira cuando me sonreías.
Porque he tenido miedo sin razón alguna.
Porque te has alejado.
Porque te he mentido, y me has mentido, y nos hemos mentido una y otra vez.

Y por todo eso las cosas que antes consideraba opciones son ahora garabatos, palabras que no me salen, gritos de rabia.

Puede que todavía sientas algo, y lo único que quería decirte era que te quedaras, aunque no me atreví.