miércoles, 20 de julio de 2011

No sé cómo lo haces, pero me callas.



¿No te he dicho nunca que se me corta la respiración cuando sonríes así?

A
veces me sorprende saber que vas por el mundo sin darte cuenta de lo mucho que te envidio. Porque apareces, con las manos en los bolsillos y mirando a los lados. Nos hacemos los tontos como haciendo ver que no nos esperamos cuando sabemos que estamos ahí el uno por el otro. No sé qué tendrás que nunca dejas de fascinarme. Que eres encantador, ¿no te lo había dicho antes? Sobretodo cuando me dejas ver tu lado más extraño, más escondido, más frágil. Y por eso, porque eres raro. Porque no te pareces en nada al resto del mundo, y eso me encanta. Porque no te lo he dicho nunca, pero no hablo porque me gusta escuchar tu voz, y me importa lo que me cuentas. Me da igual si son tonterías, yo las escucho y sonrío por dentro diciéndome la suerte que tengo por poder estar a tu lado en ese instante, viviendo esos segundos que se van sumando y van escribiendo la historia de dos caminos que se juntaron por casualidad o destino el veinte de marzo (incluso antes). Y cada vez esto va a más. Lo sé, lo estoy notando, y no lo puedo evitar. Por eso sigue siendo como ahora, aguántame y espérame. No sabes lo que has hecho por mi, valiente. No tienes ni idea de cómo me pongo nerviosa solo con oír tu nombre.

4 comentarios:

  1. A mí me pasó lo mismo en una ocasión con una chica. Pero luego resultó ser un ser despreciable. Tuve mala suerte.

    ¡Saludos!

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  2. Todos tienen su nombre. Pero nadie acercó así la nariz al besarte. Ir al bar donde vive con tus peores galas de todo el armario a aplastar sus dudas. A volverle loca la cabeza.

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