que te vaya bien la vida, que sonrías mucho y bien, que puedas dormir por las noches y despertarte temprano, que hayas conseguido lo que me contabas algunas noches antes de quedarnos dormidos, que ahora ya sí respetes la distancia de seguridad, que sepas con certeza que ahora ya no estoy pero que permanezco en algún rincón, en algunas calles, en el ascensor de tu casa y, espero, que en algún sitio dentro de ti. últimamente parece que el mundo está empeñado en que me acuerde de ti: un libro, un olor, un edificio o un nombre, un trayecto en autobús, una canción, una pulsera pintada en la muñeca… no sé si pensarás en mi, si de vez en cuando cruzaré tu mente y si te acordarás de mi risa: no sé si la recuerdas con cariño o si la odias. a ratos me acuerdo de tus dientes, de tu pelo alborotado en la almohada cuando te despertaba por las mañanas, de los trayectos en coche en los que me quedaba dormida en tu hombro, pedirte mil veces que jugáramos a inventar otras vidas y ser otras personas -ya ves tú, al final te cansaste de eso-, besarte y apretar siempre el botón del cuarto piso aunque fuéramos al primero. irse siempre será mejor que esperar que te digan que no quieren volver a saber de ti, pero si te dicen lo segundo no puedes seguir viviendo igual. ya desaparecí. para ti, y para siempre (hasta que me quieras venir a buscar).
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