empezar una historia. mejor dicho: volver a empezarla. volver al principio, a los inicios, pero no a los primerísimos días sino a los días en que ya te decía que te quería antes de irme a dormir. tengo toda la puta habitación llena de calendarios y de cuentas atrás que no he sido capaz de arrancar de las paredes porque era siempre lo que me acercaba a ti. pasábamos los días contando los que faltaban para vernos por fin, para que se unieran isla y ciudad. yo lo aguantaba y pensaba: llegará un día en que por fin no sea así. pasamos 18 meses así.. dieciocho meses de idas y venidas, de bienvenidas en la puerta de salida, de recoger la maleta y subirnos al coche para ir al aeropuerto, aparcar, hacer todo el camino en silencio porque se me creaba un nudo en la garganta que me impedía decir cualquier palabra… llegar delante de la puerta de embarque. no saber cuándo volveríamos a vernos, 3 besos y adiós… después de tantas despedidas todavía no tengo claro si lo mejor es mirarte marchar o darme la vuelta y acabar lo antes posible. dieciocho meses de aviones, de llamadas telefónicas y de cartas, de un fin de semana al mes -con suerte- en el que sólo estás tú, de tener que acumular las ganas de estar contigo.
y después vienes a esta ciudad, la llenas de luz, le pones tu nombre y tu presencia a todos los sitios donde hemos estado juntos. y ahora te vas. ya te has ido. durante nueve meses nos vemos cuando queremos, dormimos juntos cuando queremos y estamos días sin vernos cuando queremos. me esperas en la salida de la universidad o te espero yo en la salida del metro. me acostumbro fácil a que estés aquí, a que por fin todo sea sencillo. la gente que no lo ha vivido no lo entiende, y no entiende lo difícil que se vuelve todo de repente. te dicen que están contigo, te animan cuando el otro te va o cuando tú vuelves pero el dolor en el pecho que sientes cuando no sabes cuándo volverás a verle o los ojos a punto de llorar cuando os decís adiós -o antes, que es peor- son algo complicado de lograr entender. ahora las cosas se han torcido, han surgido nuevos planes. lo que hasta hace un mes parecía seguro ahora es simplemente nada: se ha borrado. en lugar de eso se ha cambiado por algo que sé que te hace feliz pero que también me duele porque significa que, de nuevo, estás lejos. estás en casa. y yo aquí. y que ni siquiera sabemos cómo van a seguir estos días, meses, años. yo río porque estás conmigo y lloro porque, sin embargo, ya no estás.
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