hace días - semanas - meses que me ronda por la cabeza una idea que no ha dejado de repetirse los últimos años y, confieso, que no sé si me consuela o me entristece. últimamente las cosas han cambiado mucho -demasiado- y cuando me paro a pensar en qué significa todo ello sólo me preocupa una cosa: ¿qué ha pasado con los que en algún momento de mi vida estuvieron y ahora, voluntariamente, han decidido no estar más? desde pequeña he tenido un modo diferente de relacionarme con las personas: los grandes grupos me incomodaban, conocer personas nuevas no hacía que acabara de estar a gusto y me di cuenta de que, en ocasiones, y cada vez más, personas con las que antes podía estar tres días sin parar de hablar se estaban convirtiendo poco a poco a ser personas con las que me costaba mantener una conversación de más de una hora.
noches, días, viajes en bus sin poder dejar de preguntarme… ¿es que no fue suficiente lo que les entregué? ¿les fallé en algún momento y no supieron cómo decírmelo? ¿se cansaron de mi? ¿no les hice felices aquellos meses que nuestros caminos fueron de la mano? ¿no pudieron contar conmigo en algún momento importante? ¿falté más de la cuenta? ¿confié demasiado? todo para llegar siempre a la pregunta ¿por qué ya no estáis? siempre he dicho que me cuesta dejar entrar a las personas en mi vida resultado, seguramente, de lo que he vivido a lo largo de mi vida, pero a quienes se han presentado con respeto y cariño siempre les he dado la bienvenida con los brazos abiertos. no soy persona de tener mil amigos porque prefiero tener pocos pero cuidarlos bien, asegurarme de que tienen mis abrazos cuando lloran o mi mano en los momentos felices, asegurarme de que saben que una llamada es suficiente para tenerme a su lado, en la manera que sea. ¿y entonces? me doy cuenta de que con el tiempo la gente ha ido decepcionándome cada vez más, pero es, seguramente, porque haría cosas por los demás que sé que los demás no harían por mi. durante mucho tiempo no me importaba puesto que una amistad no es reciprocidad, no das porque te dan, das porque alguien es tu amigo, porque su vida te importa, porque quieres lo mejor y porque necesitamos saber que hay alguien que nos quiere con todo lo que llevamos a las espaldas…
después vino una época en la que dejé de dar a los que no me daban nada… y aunque durante meses he creído que era la mejor opción he visto que la mayoría de nosotros estamos sumergidos en un estado egoísta. ser amigo es estar, siempre, aunque pasen cien semanas sin hablar, aunque pasen veinte años sin verse. ser amigo es saber que puedo contar contigo, y que tú puedes contar conmigo. que compartimos algo que nos une y nos hace sonreír al recordad aquella tarde en el parque, o el viaje al parque de atracciones.
cuando me pregunto si debo seguir sin hablar a alguien porque en un momento me falló, o porque no me pidió disculpas por algo que hizo, o por cualquier motivo que hizo que día a día su conversación en whatsapp fuera de las últimas de la lista me digo… no vale la pena. y me acuerdo de una frase que dice: "mi madre dice que el amor nunca se malgasta, aunque no te lo devuelvan en la misma medida que mereces o deseas. -déjalo salir a raudales- decía-. abre tu corazón y no tengas miedo de que te lo rompan. los corazones rotos se curan. los corazones protegidos acaban convertidos en piedra".
así que: perdonar, reiniciar, ir con las manos abiertas. aunque cueste, aunque vuelvan a hacerte daño, aunque no funcione. vale la pena, claro que vale la pena.