lunes, 20 de diciembre de 2010

Te deslizas por mi pelo (no quiero darme cuenta de que te has ido)




Has de saber algo: desde que me he dado cuenta de que el universo es más infinito que nunca, te he echado demasiado de menos. No me preguntes la razón; he estado buscándola día y noche, en libros, canciones, miradas y manos... y no la he encontrado. Quiero hacerme creer que es algo del destino, tal vez algo demasiado tierno planeado por ti (o por el mar). Después de todo tampoco es tan mala idea creer que tú has aparecido en mi vida porque yo estaba esperando encontrar a alguien que le diera sentido a la palabra 'magia' (y guárdame el secreto, porque desde que te conozco, desde ese 25 de marzo del 2010, no he dejado de utilizar esa palabra -hasta entonces inexistente en mi vocabulario-). He jugado con todo lo que me has dicho, he movido las palabras, las he ordenado, las he mutiplicado y dividido y, por muchas combinaciones que haga, no pueden dejar de ser tan jodidamente especiales. Debes saber, al fin y al cabo, que no he dejado de querer escribirte cada rincón del cuerpo, al menos con la mente, susurrándote en la clavícula que contigo me siento feliz, escribiéndote con el indície en la muñeca que te he querido antes de conocerte y rozándote la nuca con la nariz para que entiendas que la lluvia fue la que consiguió que me atreviera a hacer todo esto.

Por todo esto, supongo, creo en la música para decirte que nunca he conocido un diciembre tan cálido, ni una mirada tan fría. Nunca he creído en nadie como he creído en ti, y por eso quiero compartir contigo las páginas de este libro; siéntate a mi lado y déjame conocerte. Déjame tocarte el corazón.