Esto no es ni una cuestión de suerte. A mi no me hace reír. Es la versión triste de tu chiste favorito. Es como cuando tu me contabas que dudar era como un dado, que dependía del número en el que caía (y en el mío siempre salía el 5). Lo que pasa es que me estremezco cada vez que pasas por mi lado, y por alguna extraña razón tiemblo cuando vas a decir algo. Me das miedo. Como cuando me dices que me odias y yo me pongo a reír (que te pido que me abrazes como a ella y me hagas sonreír).No puedo ni darme cuenta de cuando dices la verdad y cuando dices la menos verdad. La mía. Tampoco puedo darme cuenta de cuando te haces el orgulloso o de cuando cogerías una bicicleta y te irías lejos. Muy lejos. Tan lejos que yo nunca pudiera llegar (y nunca llegaría, no me gusta seguir a nadie). Me recuerdas a las notas de un violín, nunca las identifico. Ni siquiera sé cuantas cuerdas tiene un violín, pero tampoco me importa.
Tienes sabor a chocolate. Vuelas por encima de todos los demás, porque te gusta, te sientes más libre. Te sobras y te bastas. Te respiras a ti mismo. ¿Recuerdas cuando una chica dijo.. "yo nunca supe si el lo decía de verdad o lo hacía para verme sonreír" y tu me dijiste bajito "yo nunca te diría nada que no fuese verdad"? Hoy estoy así. Neutra. Como un cristal de muchos colores (donde solo quiero que te reflejes tú). Vale, hagamos un trato. Yo te bajo la luna y te la cuidas. ¿Es justo, verdad? (tan justo como tu y yo solos en un palacio en medio de Laponia).

