domingo, 26 de julio de 2009

Mírame (estoy delante de ti)

Supuso una decisión dura el dejarte solo en esa estación de tren. No me resultó agradable verte allí quieto, sin saber a donde mirar. Tampoco me gustó aceptar que no te vería nunca más, pero supongo que era lo mejor.

Era agradable sentir como me rozabas las muñecas y yo me estremecía.

El viaje en coche se hizo eterno y yo solo tenía ganas de llegar para tumbarme en la cama e intentar no pensar en ti.

Dibujaste mil caras sonrientes pero te morías por dentro cuando la veías con él.

Lo único que me arrancó un intento de sonrisa fue ver a los dos gatos durmiendo abrazados. Siempre entendí que eran inseparables y yo solo pretendí que tú y yo lo fuéramos también.

Recuerdo el día que escuché el latido de tu corazón. Algo maravilloso.

Si lo piensas también tampoco era tan difícil pues tú y yo siempre fuimos muy parecidos… solo que yo quería ir al norte y tú morías por ir al sur.

Es estúpido pensar que debías ser el primero en saberlo.

Empezó a llover y me acerqué a la ventana para comprobarlo. Siempre me decías que era tremendamente desconfiada, pero sabes bien que en ti siempre confié.

Pensaste que lo mejor era olvidarte de ella.

Me senté en una posición en la que podía ver en primer plano las gotas chocando contra el balcón y contra la calle. Yo me sentía así, solo que sentía que las gotas me atravesaban…

Era divertido jugar a que eras el dueño del mundo y sonreír todo el rato.

Dejé caer una de mis manos por uno de los reposa manos de la silla y noté que Mine apretaba su cabeza contra ella. Adoraba tocar su tacto suave y saber que él siempre estaría ahí. Esperando a levantarme si me caía.

Fue decepcionante tenerte delante y que no salieran las palabras que te quería decir.

Con un pequeño salto estaba en mi regazo. La lluvia seguía cayendo. Mine me miró a los ojos y comprendí que no tenía que culparme por lo que había sucedido.

Enredarme en tus rizos me parecía hasta gracioso.

Un rayo se hizo paso entre el día gris y dejé ver una pequeña sonrisa sincera. Una de esas sonrisas que solo él sabía sacarme.

Perdiste la dirección correcta en cuanto te dije que te quería.

Era irónico pensar que hacía solo tres horas tú estabas en la misma habitación que yo. Y era irónico pensar que estábamos mirando por la misma ventana pero que hacía sol.

Sabes que estaré aquí siempre. Y ya sé que siempre es mucho tiempo.

Con un rápido movimiento de muñeca me saqué la lágrima que estaba ahora recorriendo mi mejilla. Me mordí los puños del jersey y pensé que lo mejor sería dormir.

Porque aun cuando hace frío no tiemblo. Y eso es porque estás conmigo.

Me tumbe en la cama rápidamente y cerré los ojos. Pensé que tal vez lo mejor que podía hacer era no pensar. Qué ilógico y contradictorio. Pero era la verdad. Nunca en mi vida imaginé poder querer tanto a alguien… por lo visto a ti también te pasó, pero con otra persona. Fue como un asesinato del corazón. Como un golpe bajo.
Definitivamente había aprendido que normalmente, si entregas algo a alguien tan importante como el corazón, hay un millón de posibilidades de que te lo devuelva roto. Hay quienes tienen fe. Otros cabeza. Yo solo diré que te quería. Que te hubiera dado el corazón en cualquier momento, independientemente de las tormentas y los ataques de celos.



Olvidarte me resultó mucho más fácil de lo que imaginé. Ya no te odiaba. Ni tan siquiera te pensaba. Habías desaparecido de mi vida. Claro, que tú me olvidaste mucho antes. Me olvidaste incluso cuando me tenías delante de ti. Qué estúpido ¿no?

El día que piense en ti ni tan siquiera recordaré el daño que me hiciste. Fue insignificante comparado con el que te hice yo a ti.

miércoles, 8 de julio de 2009

Por todo. Por nada. Y por ti.

Era extraño pensar que en algún lugar del mundo podría encontrar a mi mejor amigo. Porque eso es todo. Siempre he tenido -y sigo teniendo- la teoría de que a las mejores personas las encuentras sin buscarlas y que, muy a menudo, están mucho más cerca de lo que te piensas, solo que no te percatas de su presencia. Y entonces, solo entonces, las descubres. Y te empiezan a robar. Sonrisas, minutos. Tardes, semanas. Y te acaban robando una vida entera (o un trozo de tu vida).

Y tú, lo único que puedes hacer, es dar las gracias a esa persona por estar ahí siempre. Por apostar por ti. Por no flaquear. Por cogerte de la mano cuando te estás cayendo al vacío. Por sonreírte aún cuando no te lo merezcas. Por creer en ti. Por quererte -aunque solo sea un poco.- Por abrazarte cuando hace frío. Por formar parte de tu vida y punto.

Apliquemos el "... ¿y si?" a la vida de una amistad. Y si. Y si. Y si. ¿Y si confiáramos más en los otros? ¿Y si diéramos más las gracias? ¿Y si todo fuera más sencillo?

Creo que no tengo ganas de decir nada, pero a la vez tengo ganas de decirlo todo. Necesito darte las gracias. Por todo. Tú ya sabes porqué. Creo que es fácil adivinarlo.

Últimamente el tiempo temblaba y yo solo sacudía tus ideas. Mataría por hacerlo una vez más.