martes, 31 de marzo de 2009

Un pequeño avance...

.. de la novela que estoy escribiendo. Se titula "Cuando pierdes el norte". Os dejo un trocito del primer capítulo, espero que os guste.
Capítulo uno: Las últimas canciones de ayer.

El día estaba tratando de hacer enfadar a todas las personas que odiaban los días de lluvia. Pero no a el. A el le gustaban, le tranquilizaban. Sergio era el típico chico no-normal. Diferente. El que va al revés del mundo, el que destaca.
Se levantó de la cama sin energía aunque con ganas. Vestido con su pijama fue hacia la cocina para beber un vaso de agua, pues la noche anterior se había quedado hasta las tantas tocando la guitarra y cantando.

Sergio estudia la carrera de periodismo en Barcelona desde hace 3 años. Es la carrera de su vida (en los dos sentidos) y desde pequeño sabía que quería ser periodista, aunque también quiso ser astronauta. Quería ser astronauta porque soñaba con ser el mejor amigo de las estrellas y el enemigo que todos los asteroides debían temer. Fue cursando todos sus estudios sin casi problemas, hasta que llegó el día. Su día. Su primer día de universidad. El estaba tan emocionado que casi no era capaz de coordinar piernas y sonrisa.

El chico se fue a la ducha rápidamente y al salir empezó a vestirse. Media hora más tarde estaba saliendo de su piso compartido, con la mochila, la carpeta debajo del brazo y los auriculares puestos correctamente en sus oídos. Iba andando por las calles escuchando alguna melodía de esas que le gustaban a él cuando de repente se encontró con una chica conocida.

- ¡Duna! -dijo extrañado y contento a la vez-.
- ¡Sergio! ¿Qué tal todo? –dijo abrazándolo-
- Todo bien, muy bien. ¿Y tú? ¿Qué es de tu vida?
- ¿De mi vida?
**

viernes, 27 de marzo de 2009

Las flores son para otoño


Prometías olvidarlo a cambio de un cielo. Y claro, yo dije que no. Los chantajes nunca me gustaron y lo peor (o mejor) era que tú eso lo sabías muy bien. Porque no me gustaba pedir algo, pero en cambio amaba darlo.
Dijiste cosas no-muy-habituales y por eso me gustabas, porque ibas al revés del mundo. Los dos íbamos al revés del mundo y eso nos hacía felices. No había nada mejor que salir con bufanda en verano o ir a patinar por el centro de la ciudad cuando llovía, pero eso ya es algo que ni tan siquiera recordamos.

Esta era solo otra discusión, pero yo tenía la sensación de que era la peor. La peor porque no intercambiábamos palabras, porque no me mirabas a la cara (aunque yo tampoco, la verdad y eso hacía que fuera un día verde, de los que odio). Tú me dijiste que todas-íbamos-a-ser-reinas y yo nunca entendí tu manera de usar el plural para hablar sobre el amor. Ahora si –y tampoco era tan difícil-. No podía creer que hubieras recobrado otras sonrisas, cuando tú siempre me decías que yo era tu sonrisa favorita. Y yo me lo creí, al menos por un tiempo.

Está lloviendo y yo sigo aquí, maldiciéndote. Maldiciéndote por haber roto mi inocente corazón, aquel que te amó y pudo hacerte llorar pero no quiso porque te adoraba. Aquel que te hubiera esperado durante horas en alguna carretera sin teléfonos de emergencia. Aquel que te hubiera pedido la hora en cualquier tienda de relojes. Aquel que se rompió en cuando la Luna salió de día. Aquel que te amó tanto como todas las chicas de vestidos rojos y cortos que andan por la ciudad buscando a alguien a quien amar.

Y tú pensarás que ni me acuerdo de ti, pero vas en dirección contraria. Que levanten la mano los que tengan planeado irse con bicicleta a algún lugar lejos de aquí, que me voy con ellos. Eres tan azul como yo. Me gustas cuando te respiro. Me gustas cuando me abrazas. Me gustaría poder mirarte y pensar en que-fuimos-los-más-felices-del-universo. Eres un tiburón. Das miedo.

Sigo mirándote y veo que de aquella manera tú tienes todos los nombres del mundo. Eres el idiota que descubrió que le estaba mirando cuando levantó la vista. Eres el idealista que luchó por todo lo perdido. Eres el amante perfecto para las tardes de lluvia y el café de las 3. Eres el cabezota que no discutió cuando le mordí las ideas y eres el gilipollas que necesitó más de lo que tenía y no le importó matar a un ángel.
Yo también puedo desaparecer de tu vida sin dejar rastro.

martes, 24 de marzo de 2009

Punto y aparte.

Suele pasarme que cuando cierro los ojos muy fuerte aparezco en otro lugar contigo. También me pasa que no sé que autobús coger, porque no tengo claro el destino a donde tengo que acudir. Me pasaría todo el día saltando debajo de la lluvia, y eso me daría vida. Aunque, positivamente, te diré que hoy el día se antoja primaveral y, te digo, que odio eso. Odio el cielo azul, las florecitas, las personas que están felices porque hace un buen día, la gente comentando la calor que hace, que la franja roja del termometro esté tan arriba y que sin embargo tu estés tan abajo. Tan abajo como yo.
Aunque bueno, vale, si estás conmigo ya no estamos tan abajo, solo estamos "abajo". Abajo de todo y de todos, de ti y de mi, de los cielos y de los gatos, de los ángeles y de las tormentas. Ese parece un buen plan. Un día de estos cogeré mi bicicleta azul con una mochila llena de amor y me iré de aquí. Pedalearé hasta que me canse, porque me querré ir lejos. A conocer mundo. A conocer sonrisas. A conocer personalidades. Me iré bien lejos porque lo necesito, pero no cogeré un avión. Me dan miedo, son poco seguros. Y tampoco me subiré a ningún ascensor, porque si se quedan parados me muero de miedo. Odio morirme de miedo. ¿Y quién no? Ah, sí. Pues tu, como siempre.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Es tarde para mi


De cierta manera (de aquella que tu sabes) hoy me siento azul. Siento que mi sonrisa está más fácil que nunca, que mis manos tiemblan al decir tu nombre, que es más de noche cuando le susurro a la Luna, que los trenes de hoy han tenido buena suerte y que los ángeles son valientes. Siempre me ha gustado hablar de los ángeles (y no tanto de los demonios) porque me transmiten seguridad -la que tu nunca me supiste dar-. Y pienso que mi manera de ver la vida es (in)necesaria. Que me gusta tu perfil.
Hoy tuve una idea, era maravillosa, pero la perdí. Se escapó delante mío. ¡Maldita sea! la tenía, la tenía.. pero se fué... (¿no te resulta familiar?). Hoy me siento como una multiplicación y una división a la vez. Que crece en un momento y disminuye al siguiente. Esto es irremediable. Te vas de este barco. Me cambio de vagón. Piérdeme entre tus manos, por favor. Hace tiempo que esto se ha hundido, y lo peor es que yo sigo agarrada al timón. Tengo miedo de dar un paso y enfrentarme a otro mañana. Tener que cruzar la reja, la que me separa de mí. Soy la chica que toca el piano y se corta el pelo. Soy la misma a la que le duele olvidar tu aniversario. ¿Me prometes que si te regalo una bicicleta roja me perdonas? Te regalaré todas las del mundo.

martes, 17 de marzo de 2009

Mis 17 estados de ánimo

Últimamente mis verbos preferidos son bailar, reír, llorar, amar, saltar, descubrir, trazar, leer, aprender, reflexionar, abandonar, intentar, abrazar, dibujar, cortar, correr, escribir, conocer y guiñar. Y odio los verbos como aguantar, conducir, hacer, tener y retirarse. Tengo pinta de ser una de esas locas que no piensan y se identifican con la frase "perdóname por mis errores, por mis mil contradicciones". Me contradigo tanto que ya es algo lógico. Piérdete conmigo sin cesar.

Acércate a mi mundo y descubre lo que me gusta. Juega con las alturas, porque tu eres valiente. Ayer te dije que "me enamoré de tu forma de engañar". Pues bien, querido, esa es solo otra de mis mentiras, como cuando te digo "tu eres como yo", "te odio" o "tu ya lo sabías, y tienes algo que seguir". Baila un tango con el viento. Si tuviera que elegir un lugar donde perderme sería en mis manos.

Tengo 17 estados de ánimo. Cuando río, cuando suspiro, cuando me dices que me quieres, cuando llueve y soy la persona más feliz del planeta, cuando veo salir el Sol, cuando me corto el pelo, cuando alguien dice que Laponia es bonito, cuando un coche me moja entera, cuando escribo algo realmente decente, el trabajo bien hecho, cuando hago algo que vale la pena, cuando tengo miles de proyectos para empezar, cuando voy acabando todos ellos, cuando alguien me dice "gracias", cuando puedo tocar el piano sin equivocarme de tecla, cuando te rozo la mano, cuando aprendo algo que no me servirá y cuando suicido una frase poniéndole un punto y final.

Punto y final. Punto y final. Punto y final. Y final. Y final. Y final. Y final. Final. Final. Final. Final. Final. Fin.

domingo, 15 de marzo de 2009

Eres exactamente mi color preferido


Pasaban (pero de rosca) las 5 de la tarde y ella esperaba con su (habitual) paraguas rojo en la estación de tren. Su compañera era una maleta llena de remordimientos y el. Su compañero de viaje, de vida y de oportunidades. Se conocieron cuando ninguno de los dos esperaba hacerlo y quizá fue por eso que congeniaron tan bien (también).

En un momento todo se desvaneció. El reloj se paró, perdieron el tren, robaron sus maletas, les atracaron y un coché pasó y los mojó enteros. Pero, sin (o con) embargo los dos eran felices. Estaban sonrientes. Sonrientes y radiantes. Muchas veces me dijiste que cuando conoces a alguien tienes dos opciones: quererlo o quererlo mucho. Yo siempre me decanté por la segunda opción, porque es algo que aprendí en el instante en que me dijeron tu nombre.

Total, que yo siempre fui de los seres sinceros y el siempre fue de los seres conceros. Que su pelo huele a F-E-L-I-C-I-D-A-D. Que me pasaría el día entero oliendo su olor de "hoy-es-el-día-de-mi-décimosexto-abril-y-reboso-felicidad" y sería feliz.

sábado, 14 de marzo de 2009

De la "a" a la "zeta"

Vas y te lo crees. Eres cómplice de lo que está pasando, porque no confías en nadie. Nadie. Nadie te incluye a ti misma. No tienes ni idea de lo que pasa por su cabeza ahora, pero estás demasiado ocupada mirando al mar y suspirando. No sabes lo que puede suceder, de lo que hace que se me estremezca el corazón o me den ganas de tocar el piano. Que me tocas y me congelo, y odio eso. Temblar siempre me pareció la mejor manera de decir “te echo de menos”, será por eso que me paso temblando el 86% de la semana.

Porque cuando estás sola y nadie sabe lo que te pasa excluyes a la nieve como posible causante, pero en realidad es calculadora, sabe jugar muy bien a su papel en mi juego. Estoy segura de que en algún lugar, lejos de aquí –o cerca, todo puede ser- existe alguien que realmente sabe el significado real de besar el anj y mirar al cielo. Y reír. Reír sin parar. Y piensas que el es el número uno, pero te das cuenta de que es la letra Z. Ya no es el primero, es el que zanja todo. ¿Te has fijado? Zanjar empieza con “z” y siempre me pareció que la “z” era el final de algo (en este caso el abecedario). Así que, por lógica estúpida del corazón, zanjar también es el final de algo. Pero no me gustan los finales…

miércoles, 11 de marzo de 2009

Esto es una mala idea

Escúchame. ¡Escúchame! Esto no es una prueba. Esto no es una simulación y tampoco creo que sea un juego. Odio la idea de que pueda ser algo real, pero por ahí dicen que lo es. Yo tampoco puedo creer que esto haya pasado, porque hoy el cielo es gris. Gris como nuestros abrazos. Gris como tus ideas.

Tu. Yo. ¿Tuyo? No, no.. en todo caso mío. ¿Nuestro? Bueno, vale.. acepto esa proposición, pero solo porque me lo dices con esos ojitos. Decídeme entera. Creo que hoy es un día de esos días malos pero en peor, pero voy a romper a reír.

Ni tan siquiera se me pasa por la cabeza la idea de apretar la mandíbula con fuerza y correr.
Creo que por ahí van diciendo que dentro de poco -dentro de muy poco- va a tener lugar en mi calendario una carrera de estrellas polares. ¿Sabes? Me gustaría participar en ella, pero no soy ni una estrella ni un polar. Aunque me gustaría vivir en el Polo Norte para mirar cada día mis ojos al ver irse al Sol. Pero estoy segura de algo, me gusta que existas en cualquier lugar del mundo.

lunes, 9 de marzo de 2009

De amaneceres que nunca veré...

.. pero que no me importará porque estaré tocando el piano.

Le tiemblan las manos, porque hoy es como si fuera el primer día. Está tocando las cuerdas de una guitarra que no las tiene, porque le gusta imaginar que puede inventar cosas que le gustan a otros. Le divierte jugar con el mundo, porque ella lo tiene, ella lo lleva dentro. Y a él le enseñó a ser conquistador del mundo, amante de los silencios, mirón de la lluvia y tímido de las sonrisas. Era bonito ver como un abrazo significaba más que cualquier palabra, que cualquier gesto. Le gustaba enseñarle a pasar horas mirando solo a los ojos del otro, porque eso les transmitía seguridad. Juntos nos asustamos de las sonrisas que no íban para nosotros, de las que eran malignas, de las que eran en un día doloroso, de las que miraban para otro lado, de las imaginarias, de las que dolían, de las que eran fingidas, de las que eran porque sí, de las que eran repentinas o de las que eran desafortunadas. Y aunque fue así amé las sonrisas que desprendías al verme. Y de las que yo desprendía al verte a ti. Puede que esto sea una tontería, pero es mi tontería favorita.

domingo, 8 de marzo de 2009

De esas que encuentras en cajones

Querida imaginación,

Hace algún tiempo me dijiste que te ibas. Que te ibas unos meses, solo unos meses, y me prometiste que volverías.

Los meses van pasando y tu no estás aquí conmigo ¿te va todo bien? ¿estás en buena compañía?

Al ver que no regresabas he estado intentando congeniar con la originalidad o la ficción, pero no somos buenas compañeras, no nos entendemos bien. Somos tan diferentes y yo te echo tanto de menos, querida.

Las manos me tiemblan cuando me enfrento a una hoja en blanco porque (repentinamente) me quedo sin inspiración. ¿Te he dicho ya que te echo de menos?
Solíamos ser buenas compañeras, porque me proporcionabas la inspiración para escribir algo decente algún día de algún mes perdido por el calendario.
Querida imaginación, te pido, por favor, que si me estás leyendo vuelvas. Porque te necesito.

Firmado,
"Alguien que te necesita ahora más que nunca y tiene sueños intermitentes"

miércoles, 4 de marzo de 2009

Without you


Hoy es un día malo. Definitivamente lo es. Me acuerdo de los pasos que hice en un pasado y también de los que no. Instintivamente me toco la barbilla y pienso en las casualidades, pero últimamente no creo demasiado en ellas. Son de contrato. De usar y tirar. ¡Adiós! Nos vemos pronto. Es sencillo cuando de lo que te despides no significa nada para ti, como un vaso o una habitación, pero lo significa si es una sonrisa o un abrazo. Últimamente las cosas van en contra dirección. Todo está quieto y yo voy a mil por hora. Siento algo. Algo. Estoy dejando de creer en "eso" que me mantiene sonriendo, y odio ir dejando de hacerlo, porque cada vez sonrío menos. Aunque estaría bien que hoy lloviera porque sería muy feliz.

domingo, 1 de marzo de 2009